Don Carlos VII, el Rey de la Tercera Guerra, visitó Panamá (que había sido parte del Virreinato de la Nueva Granada) en 1887.

Zarpó Su Majestad en el vapor Orinoco desde Southampton (Inglaterra), pues había estado en Brighton visitando a su padre, el Conde de Montizón. Le acompañaban su secretario el Conde de Melgar, el Conde de Ayanz y el teniente coronel don Clemente de Coma.
Tras haber pasado por la isla de Barbados y por Haití, Melchor Ferrer nos cuenta que:
«Siguieron su viaje, desembarcando en Kingstown, en la isla de Jamaica, y de allí prosiguió hasta el puerto de Colón, entonces ciudad colombiana, hoy perteneciente a la República del Panamá. El Duque de Madrid usaba el título de incógnito de Conde de Breu. Le esperaba el cónsul general de Austria-Hungría, Demarteau. Con don Carlos desembarcó el señor Lavandeyra, ingeniero de las obras públicas en la línea de Panamá, que habiendo subido a bordo en Jamaica, había trabado conocimiento con don Carlos. Por intervención de Lavandeyra se preparó un tren especial que condujo rápidamente a los viajeros a la ciudad de Panamá. Apenas se supo la noticia, del gobernador del departamento, general don Alejandro Posada, envió un ayudante para pedir nora a don Carlos, mas éste se trasladó al palacio del gobernador. Este devolvió la visita aquella misma tarde. Además del general Posada, a don Carlas le visitó luego el obispo de Panamá doctor Peralta, y gran número de personas de la sociedad panameña. Pero no podía recomendarse a don Carlos que permaneciera en la ciudad de Panamá, pues debería esperar algunos días antes de embarcarse, y en aquel momento, la fiebre amarilla diezmaba a los europeos. El general Posada puso a disposición de don Carlos el buque de guerra que había en el puerto y que estaba anclado junto a la isla de Taboga, donde podría dormir sin peligro, pero don Carlos, deseoso de visitar las obras del canal, aceptó la invitación de Demarteau de ir al campamento de Gorgona, en el centro del istmo y en región desde la que se podría visitar fácilmente las obras del canal. Así se hizo en compañía del doctor Demarteau. En una de sus excursiones llegaron a Tavernilla, donde los trabajos los dirigía M. Séguin, quien en honor del ilustre viajero hizo inaugurar una draga anticipándose en ocho días. También durante su estancia en Gorgona, fué a la ciudad de Panamá para atender a una invitación del gobernador, general Posada, ya que la víspera, el día 15 de mayo, don Carlos no pudo asistir a un banquete que le tenían ofrecido en el palacio del gobernador, por un accidente ocurrido en el ferrocarril. Permaneció, hasta que pudo embarcar para el Perú, en el campamento de Gorgona, mejor dicho, recorriendo el canal, navegando en los cinco kilómetros que estaban construidos. El último día de su estancia en Panamá lo pasó en Colón. Aquí fue donde gracias al señor Bonnaud recorrió en vapor la rada y emprendiera en el mismo su pequeña navegación por el canal de Panamá.

Por fin llegó el día de su partida en el vapor «Serena». Antes de su marcha visita al general Posada y al obispo doctor Peralta para agradecerles sus atenciones. El general Posada fué criticado por la gentileza que tuvo con don Carlos, originando este hecho algunas cartas».
Continuó el Duque de Madrid su periplo por América del Sur visitando el Perú, Chile y el Río de la Plata. Tras este largo viaje, regresó a Europa, donde le esperaba su esposa Doña Margarita.
Fue el primer Rey de las Españas que visitó sus territorios de Ultramar, pero no el último: seguirán su ejemplo su hijo Don Jaime en la primera mitad del siglo XX y su sobrino nieto Don Sixto Enrique un siglo después.
«En Colombia, la pureza y corrección del lenguaje recuerdan el Siglo de Oro de nuestra literatura».
S.M.C. Don Carlos VII.
Fuente:
- Ferrer, M. (1959). Historia del tradicionalismo español (t. XXVIII, vol. I). Viaje a América del Sur (pp. 113-126). Sevilla: Editorial Católica Española, S.A.
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