Segundo comunicado del Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas ante la coyuntura nacional

No nos retractamos de lo ya dicho en el comunicado del 27 de abril, en el cual nos mostramos favorables a las demandas populares y críticos con el gobierno del globalista Iván Duque. Sin embargo, la evolución de la situación exige de nuestra parte nuevas aclaraciones de nuestra posición frente a la presente coyuntura.

Ya ha pasado una semana completa desde el inicio de las movilizaciones en el marco del paro nacional. En tales movilizaciones, la violencia ha sido la norma. Las pérdidas humanas y materiales han sido incalculables, y en su euforia, las masas que se movilizan no son conscientes de cómo esa destrucción —que es avalada e instigada por la izquierda— afecta directamente al colombiano de a píe, no a la élite política contra la que se rebela. Esa euforia e histeria colectiva es lo que está llevando al pueblo colombiano, sin saberlo, a su propia perdición, siendo a su vez instrumento del beneficio del poderoso que lo manipula, de nuevo, sin saberlo.

Podemos ver por un lado cómo medios de comunicación que son propiedad de las élites, como lo son El Espectador, El Tiempo y Semana, han promovido la continuidad de las manifestaciones e idealizado la destrucción que en ellas tiene lugar. No se trata de defender al Estado liberal, sino de entender que la destrucción por lo general afecta directamente a la gente del común; en nada afecta a los senadores de la república el que sea saqueado un pequeño supermercado o un negocio humilde. Si se toma en cuenta que las medidas de aislamiento no han hecho sino empobrecer a la población, las pérdidas materiales sólo contribuirán a exacerbar ese empobrecimiento, debilitando a la gente para que no pueda resistirse a la dictadura sanitaria que actualmente vivimos.

Por otro lado, tenemos a la izquierda, cuyo máximo exponente, Gustavo Petro, se proclama líder de la rebelión contra la reforma tributaria. Lo que calla el señor Petro —pero nosotros sabemos— es que él fue un firme defensor de la entrada de Colombia a la OCDE, y esta reforma tributaria fue hecha siguiendo las recomendaciones que la OCDE hizo al gobierno colombiano. Si el señor Petro fuese honesto, reconocería su responsabilidad en la creación de esta reforma tributaria que él en más de una ocasión reputó como instrumento del gobierno contra la población. Queda en evidencia cómo estos personajes políticos mienten a la población e instrumentalizan la justa indignación popular en su beneficio.

Pero no podemos dejar de advertir, como hemos advertido anteriormente, que la histeria de un pueblo enfurecido sumada al éxtasis por una aparente victoria sólo lo ciega y lo confunde con falsas esperanzas. Esto ya ha sucedido en el pasado: siempre que el pueblo se indigna por alguna acción del gobierno como lo es una reforma, este la retira y cuando el pueblo celebra su supuesta victoria, esta acción es modificada y ejecutada de forma inadvertida. Las consecuencias siempre son las mismas: el debilitamiento del principio de autoridad, la ejecución de los designios del globalismo —en este caso, la agenda de la OCDE— y una población que cree haber ganado algo.

Celebramos la indignación y la noción de reacción que cada vez es mayor en la población, pero dicha reacción no se encuentra a la luz de la tradición; esa es la razón por la cual las cosas se han desarrollado de la forma que hemos descrito. Nuestro Abanderado hace unos años dedicó unas palabras a los famosos chalecos amarillos de Francia en el discurso a propósito de la Festividad de los Mártires de la Tradición; estas palabras son análogas a la situación de las manifestaciones en Colombia: 

[…] es un movimiento muy interesante de reacción popular a la situación lamentable de la democracia […] No saben de tradición, esto es lo fundamental. No saben entender la situación como tiene que ser entendida conforme a los elementos de la fe, del combate y las luchas que el carlismo ha sabido mantener y que ellos no han sabido hasta ahora conocer. Pero es muy interesante que sepan que hay que reaccionar, que hay que demostrar un descontento internacional. Y esto es un fin muy importante, pero no van a conseguir nada porque no tienen tradición. Son muy simpáticos, muy nuestros, pero no tienen formación intelectual ni histórica.

S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón

¿Simpatizamos con la gente humilde que participa en las manifestaciones? Por supuesto. Pero toda la violencia que existe en ellas está acabando con los puestos de trabajo y lugares de abastecimiento de la gente del común; los manifestantes no han sabido entender la realidad. Las manifestaciones sólo se enfocan en acabar con una reforma y en destituir a unos políticos mientras son manejados por otros que, al igual que los que quieren destituir, sirven a los mismos poderes internacionales. En este caso, tanto el gobierno como la izquierda obedecen a la OCDE. En resumen: la reacción debe encaminarse al desmantelamiento del sistema político liberal que permite estos abusos, porque enfocarse en destituir a un partido sólo cambia al administrador de tal sistema, perpetuándolo. Sólo podemos poner fin a esta crisis instaurando un gobierno según el modo de ser de nuestro pueblo; es decir, un gobierno según los principios católicos.

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